Qué la Fuerza te acompañe

En el ciclo anual, la recolección de hierbas comienza en primavera con los brotes de los árboles, con las hojas jóvenes, y por supuesto alcanza su punto álgido en verano con su abundancia. El otoño, al parecer, es más tiempo de cosecha de manzanas, peras, ciruelas, calabazas o coles y todo tipo de tubérculos y raíces. Pero no hay que olvidar la fuerza frutal que las plantas pueden donar para fortalecer la salud humana, tanto en la cocina como en la el botiquín herbal.

   El agracejo (Berberis vulgaris) es una planta tintórea tradicional que puede utilizarse de muchas formas distintas. La raíz y la corteza tiñen de amarillo, las bayas de rojo. Medicinalmente, se utilizan las bayas además de la raíz y la corteza, que contienen alcaloides y por ello se consideran muy eficaces. Dentro de los tratamientos de la Medicina tradicional europea esta planta elimina tanto la bilis amarilla excesiva como la bilis negra, así como los picores asociados. Además, sus frutos tienen un efecto astringente y secante sobre el exceso de humedad. Son ligeramente drenantes, tanto para los intestinos como para los riñones, y tienen un efecto antiinflamatorio. El agracejo se utiliza especialmente para la diátesis ácida y las enfermedades resultantes.

Los frutos se vuelven rojos a partir de agosto y pueden permanecer en el arbusto hasta el invierno. A medida que maduran, las bayas estrechas y alargadas se vuelven cada vez más ácidas, por lo que el arbusto también recibe, entre otros nombres, el de espino agrio. Los frutos contienen vitamina C y otros ácidos orgánicos, así como antioxidantes. Además de utilizar los frutos del agracejo como tintura o aditivo de un té desacidificante, se pueden hervir para hacer un zumo refrescante. Además, las bayas pueden servirse con platos de carne o arroz, como en la cocina persa.

El fruto de la rosa silvestre es el escaramujo (Rosa ssp.). Hoy por hoy existen innumerables variedades de rosas, apreciadas, sobre todo, por su belleza. Las rosas silvestres son más bien sencillas, la flor tiene 5 pétalos y es muy delicada aunque su aroma es prácticamente imperceptible. Los frutos se forman en otoño y se desprenden del arbusto en invierno, como los del agracejo. La rosa canina, otro de sus nombres, es un arbusto muy resistente debido a sus innumerables espinas y brotes sobresalientes. Los frutos tienen un efecto ligeramente refrescante y astringente y descargan por los riñones un exceso de bilis amarilla y acritud colérica. Al igual que el agracejo, tienen efectos diuréticos suaves y ligeramente laxantes. Además del efecto inmunoestimulante de la vitamina C que contiene, otras vitaminas como la B1, B2, vitamina E, minerales y antioxidantes también contribuyen al efecto inmunoprotector. La rosa canina ya se mencionaba en la farmacopea de Hipócrates como remedio antiinflamatorio. Se utiliza comúnmente para los ácidos, las dolencias inducidas por el cólera como la artrosis articular y el dolor del sistema musculoesquelético. Además, sus ingredientes reducen la tensión arterial y los niveles de colesterol, por lo que tienen un efecto arteriosclerótico.

El fruto de la rosa mosqueta, otro de sus nombres conocidos, suele añadirse a infusiones de frutas o vinos medicinales. Además de su agradable acidez y suave aroma, en invierno, se caracteriza por su alto contenido en vitamina C. Ya en la época de los palafitos -como nos indican algunos hallazgos- la gente apreciaba el puré de rosa mosqueta. Hoy en día, se sigue sirviendo en Baviera, Suiza y Austria, por ejemplo con tortitas. Cuando se prepara un adobo para una ensalada amarga de otoño con achicoria, el mus de escaramujo le añade un sabor muy especial. Además tras añadir azúcar al escaramujo y dejarlo fermentar, se puede elaborar un excelente vino dulce o vinagre.

Las bayas del enebro (Juniperus communis) se conocen y utilizan desde la antigüedad. Se dice que las tribus germánicas utilizaban las "bayas de enebro" como medicina. Se consideraban y se siguen considerando un remedio que prolonga la vida y que puede utilizarse para diversas enfermedades. Los frutos crecen en rácimos de bayas que se desarrollan a partir de los carpelos tras la polinización mediante engrosamiento y adhesión. Tardan tres años en madurar, pasando del verde a su azul característico. Cuando se secan, son de color marrón negruzco. Favorecen la coctio (digestión), son calientes, abren y reducen la humedad perniciosa. Tienen un efecto expectorante sobre la bilis amarilla y sus acrideces. Las bayas tonifican el abdomen y estimulan así la "Blum" (menstruación). Siempre se han considerado un potente expectorante, por lo que se recomienda precaución. Durante el embarazo y en pacientes con patologías cardíacas y renales, el enebro se considera contraindicado en dosis terapéuticas.

Debido al extraordinario aroma de las bayas, a menudo se utilizan como especia. Se utilizan para añadir a rellenos de caza o adobos para pato o ternera. También se emplean en encurtidos. Las bayas de enebro se utilizan como aditivo al ahumar salchichas o en las mezclas tradicionales de las tradicionales "Rauhnächte" celebradas antiguamente en la época navideña en las Antiguas Tradiciones Europeas y que van del 25 de Diciembre al 6 de Enero.

El espino blanco (Crategus ssp.) es conocido por sus propiedades cardiotónicas. La mayoría de la gente piensa en las flores y las hojas. Los frutos de color rojo brillante, que pueden recolectarse en otoño, sirven para regular la circulación y se administran para favorecer la función cardiaca. La tintura de frutos puede combinarse con la de flores y hojas. Es especialmente adecuada para elaborar un vino medicinal. Los frutos tienen un efecto secante y ligeramente astringente. Tradicionalmente, se utilizaba para la diarrea y la menstruación excesiva. No fue hasta mediados del siglo XIX cuando se adquirió experiencia en el uso del espino como remedio para el corazón.

En otoño, además de las bayas mencionadas, hay una gran variedad de frutos que invitan a la recolección. Siguiendo el lema "Saborea los setos", los frutos del espino amarillo, el serbal, el endrino, la zarzamora o la cereza cornalina pueden recolectarse y procesarse de diversas formas, tanto en forma de alimento como de remedio. Siguiendo el lema "bosque curativo", aquí y allá pueden recogerse castañas, avellanas, arándanos y mirtillos. Y, si tienes suerte, puedes encontrar setas sabrosas y llenas de vitalidad. Así pues, el otoño ofrece un colorido abanico de diferentes regalos que pueden fortalecer la salud en los meses fríos.

Una forma de disfrutarlo y conectarse con su energía y con la Naturaleza.

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Que la Luz, el Amor y la Conciencia acompañen tu camino,

Silvia Marco, Medicina Tradicional Europea.
Espagirista y Psicóloga Hermética.

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