Adentrémonos, pues, en el fascinante universo de la Medicina Tradicional Europea (TEM), un legado ancestral que, como la Alquimia, busca el equilibrio y la armonía en el ser humano. No se trata de una simple colección de remedios y prácticas, sino de una visión holística que considera al individuo en su totalidad – cuerpo, mente y espíritu – en constante interacción con el entorno.
Sus raíces se hunden en la noche de los tiempos, nutriéndose de la sabiduría de diversas culturas: la medicina hipocrática de la Grecia Antigua, con su teoría de los humores; la herbolaria de los celtas y germanos; la mística de Hildegard von Bingen; y, por supuesto, la genialidad de Paracelso, quien supo integrar la Alquimia y la Astrología en el arte de curar.
Los pilares de la TEM, al igual que los de la Alquimia, se asientan en la observación de la naturaleza y la búsqueda de correspondencias. El microcosmos humano se refleja en el macrocosmos universal, y en esa danza de elementos y energías se encuentra la clave de la salud y la enfermedad.
La teoría de los humores, presente tanto en la TEM como en la Alquimia, nos habla de un equilibrio dinámico entre sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra. Cada humor se asocia a un elemento, un temperamento y una serie de cualidades. La enfermedad surge cuando este equilibrio se rompe, y la labor del médico o del alquimista es restaurarlo a través de dietas, plantas medicinales, prácticas de purificación y otras técnicas que armonicen las energías del paciente.
La doctrina de las signaturas, otro principio fundamental de la TEM, nos enseña que la naturaleza misma nos revela las propiedades curativas de las plantas y minerales a través de su forma, color, sabor o lugar donde crecen. Así, una flor amarilla como el sol puede ser beneficiosa para el corazón y la circulación, mientras que una raíz que penetra profundamente en la tierra puede fortalecer los huesos. Este lenguaje simbólico de la naturaleza es una invitación a la contemplación y al desciframiento de sus secretos, un camino que recorremos también en la Alquimia.
La conexión entre la TEM y la Alquimia es profunda e indisoluble. Ambas disciplinas comparten una visión del ser humano como un microcosmos que contiene en sí mismo todos los elementos del universo, y ambas buscan la transformación y la perfección a través del conocimiento y la manipulación de las energías que nos rodean.
La Espagiria, ese puente entre la Alquimia y la herbolaria, nos ofrece un ejemplo concreto de esta unión. Al extraer la esencia vital de las plantas a través de procesos alquímicos, obtenemos remedios más potentes y sutiles, capaces de actuar en planos más profundos del ser.
En la TEM, como en la Alquimia, el camino hacia la salud es un viaje de autoconocimiento y transformación. No se trata solo de eliminar síntomas, sino de despertar la capacidad innata de autosanación que reside en cada uno de nosotros.
Al igual que en la Gran Obra, el proceso de curación implica purificación, disolución, separación, conjunción, fermentación, destilación, sublimación... etapas que nos conducen a la integración y la perfección.
En este camino, la TEM nos ofrece herramientas para reconectar con la sabiduría ancestral, escuchar los mensajes de nuestro cuerpo y recuperar el equilibrio perdido. Y la Alquimia, con su visión transformadora, nos inspira a ir más allá de lo aparente, a penetrar en la esencia de las cosas y a descubrir la unidad que subyace a toda la creación.
En futuras publicaciones, profundizaremos en aspectos específicos de la TEM, explorando sus métodos de diagnóstico y tratamiento, y revelando las conexiones ocultas entre plantas, minerales y arquetipos astrológicos.
Sigamos juntos este viaje de descubrimiento, un viaje que nos conduce hacia la salud, la armonía y la plenitud del ser.
Que la Luz, el Amor y la Conciencia acompañen tu camino,
Silvia Marco, Medicina Tradicional Europea.
Alquimista, Espagirista y Psicóloga Hermética.
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